Es una perspectiva científica que se enfoca en la evaluación y el tratamiento de las disfunciones emocionales, tales como estados depresivos, ansiedad, estrés, trastornos somatomorfos (anteriormente conocidos como trastornos psicosomáticos), trastornos de la conducta alimentaria, adicciones y fobias, además de la atención de algunos trastornos de personalidad. Asimismo, siempre es viable la atención a problemáticas del orden de lo moral, es decir, todas aquellas situaciones donde se ponen en riesgo los sentimientos y el sistema de la conciencia en cuanto a toma de decisiones que repercuten de manera directa en las relaciones intra e interpersonales.
La psicoterapia también se enfoca en la evaluación y tratamiento de problemáticas de carácter familiar y de pareja, determinando para ello la prospección de mejorías, no sólo en lo concerniente en la modificación de conducta, sino en la conformación del sistema interactivo que metodológicamente sea viable, de acuerdo con las características de las personalidades que forman parte del vínculo.
Se realiza en un espacio privado que mantiene la confidencialidad de la información que ahí se comparte, siendo la empatía, la interacción, la comunicación en cualquiera de sus modalidades: verbal, no verbal, escrita, pictórica, pero ante todo, el uso de técnica(s), lo que va a marcar el enlace para la conformación del sistema terapéutico, su desarrollo y su desenlace.
El esquema de trabajo se realiza a través de sesiones, mismas que tienen una duración aproximada de 1 hora cada una de ellas, siendo el proceso en el concepto de terapia breve, cuya duración va de 10 a 20 sesiones, aproximadamente, en la búsqueda de resolución favorable del motivo de consulta. Las citas son de 1 a 2 veces por semana y en la parte tercia del tratamiento se prolongan a una sesión cada 15 días, terminando con 3 sesiones de seguimiento, una cada mes.
Resolver problemas implica, para nosotros, realizar un proceso de reestructuración de las disfunciones emocionales y de vida que están inmersas en la individualidad, en las relaciones sociales, de familia y de pareja.
¿CUANDO ACUDIR A PSICOTERAPIA?
Lo ideal es acudir a buscar ayuda profesional cuando las situaciones aún no representan un estado máximo de alerta, tanto en la vida personal como en las relaciones que tenemos con otros individuos, llámese pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.
Sin embargo, existen indicadores específicos que podemos observar con claridad. Por ejemplo, cuando estamos atravesando por una crisis depresiva, van a ser evidentes la tristeza que puede ser recurrente y no la podemos manejar con facilidad, enojo que puede tornarse en ira, pensamientos pesimistas e inapetencia para realizar las actividades cotidianas, además, no poder disfrutar de las cosas que anteriormente eran parte del "menú" placentero de la vida. La parte más profunda de los trastornos depresivos, es la presencia de ideas y acciones con tendencia suicida.
Mientras tanto, y en otro orden de ideas, en los procesos de comportamientos fóbicos, las personas tienen dificultad para realizar las actividades cotidianas de su vida, ya que uno de los indicadores más típicos es la evitación. De manera regular, la característica común es el miedo, que desde el punto de vista profesional, es de carácter irracional, lo cual tiende a ser paralizante. Esto quiere decir que una persona desencadena una serie de pensamientos a raíz de sus experiencias de vida que le promueven evitar enfrentarse a los estímulos externos provocadores de ansiedad, hasta llegar a severos episodios de pánico: sentir que se desvanecen, taquicardia, sudoración excesiva de las manos, etc. Los estímulos suelen ser diversos, desde insectos como las mariposas, arácnidos, perros; estar en lugares altos, como son edificios o puentes, exponerse a lugares abiertos con mucha concurrencia, lugares encerrados, etc.
Se ha observado con mucha frecuencia, que estos episodios de miedos extremos, tienen en su base un componente afectivo distorsionado que no está resuelto, razón por la cual es factible la resolución del conflicto por vía psicoterapéutica.
Téngalo por seguro, tiene grandes ventajas el atenderse a través de esta modalidad, es como abrir una puerta dimensional que conduce al éxito y hacia las mejores condiciones de vida de quienes deciden construir un nuevo sueño y llevarlo a la realidad.
¿QUÉ SON LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD?
Para empezar, este tema puede resultar un tanto complejo, ya que se le atribuyen características de "maldad" y/o "locura" a quienes lo padecen. La ciencia tiene ciertos argumentos para explicar sus características, modalidades e impacto personal, familiar y social, pero en lo que respecta a su etiología u origen todavía no existe un consenso que nos permita indicar de manera contundente lo que realmente permea las raíces de este tipo de padecimientos.
La teoría contemporánea más aceptada en el universo científico--psiquiatría, psicología, sociología, antropología-- es la que nos lleva al entendimiento de que la herencia genética es la principal responsable de los trastornos de personalidad: Alguien, dentro del árbol genealógico, antes que el paciente en turno, ya ha padecido el cuadro clínico de un trastorno de esta índole; talvez uno de los abuelos, algún tío, y, por supuesto, alguno de los padres.
Se sabe también, de acuerdo con los estudios clínicos realizados, que la estructura de algunos componentes y el funcionamiento cerebral de las personas con este tipo de padecimientos es distinto en comparación al factor común del resto de la población, ante todo en los procesos de producción de los llamados neurotransmisores, sustancias bioquímicas que tienen una repercusión en el estado de ánimo, situación que se presenta de manera irregular en quienes muestran estos padecimientos promoviéndose con ello alteraciones recurrentes como la ira y la ansiedad, presencia de pensamientos y de comportamientos bizarros, estados depresivos y psicóticos.
Del mismo modo, se considera que las situaciones de maltrato en la época infantil, además de los abusos de diferente orden, tienen una implicación directa en la aparición de los trastornos de personalidad, ya que desencadenan la aparición de fuertes sentimientos de odio y rencor que poco a poco van "carcomiendo" la estabilidad y la empatía de quienes desarrollarán este tipo de cuadro clínico.
Una aclaración debe de ser importante de indicarse: no todas las personas que padecen algunos de esos cuadros clínicos o sintomatología pueden ser clasificados con un desorden de personalidad y no todos los casos de diagnósticos de esta índole pueden ser llevados en la evaluación y en el tratamiento de la misma manera. El criterio profesional y científico debe de ser crucial para efectuar una definición de lo que sí y de lo que no está ocurriendo en realidad.
Se dice que el 1 o el 2% de la población suele padecer algún tipo de trastorno de personalidad. No obstante, estos datos suelen realmente variar en diferentes épocas y sociedades, por lo tanto es recomendable tomarlos sólo como punto de referencia, más no como indicadores inamovibles para explicar la incidencia en la población.
En términos generales, los trastornos de personalidad son padecimientos mentales que vienen acompañados por comportamientos y sensaciones extrañas que envuelven la vida de estos pacientes, por ejemplo es muy común la presencia de alucinaciones auditivas o visuales e incluso kinestésicas, es decir escuchar voces que dan "órdenes" o ver cosas que no existen para otras personas alrededor, pero sí para el paciente.
Es muy típico observar en ellos conductas extrañas y desórdenes del estado de ánimo, que van de lo moderado hasta la exacerbación en cambios repentinos que, evidentemente, generan un desajuste en la interacción social. Por ello suele utilizarse el término egodistónico para referirse a esta descripción, lo relacionado a no estar en congruencia con los sentimientos, los pensamientos y los actos.
En la clasificación podemos encontrar los siguientes trastornos de personalidad mayormente comunes: Trastorno histriónico; trastorno obsesivo-compulsivo, agresivo-pasivo, trastorno narcisista, delirio de persecución o paranoia, borderline o trastorno límite de la personalidad, sociopatía, trastorno de personalidad múltiple o disociativo.
Cada uno de estos padecimientos tiene una descripción singular del proceso que les caracteriza y sólo un especialista calificado, como puede ser un psiquiatra o un psicólogo clínico, son los indicados para realizar el diagnóstico y tratamiento correspondiente.
Lo cierto es que resulta de gran valía detectar a buen tiempo estas incidencias de trastornos, se sabe que desde la etapa infantil es típico observar conductas fuera de lo común. Por una parte lo referente a las expresiones de ver cosas extrañas, manifestar pesadillas recurrentes, acciones de maltrato a coetáneos y autoagresión; maltrato animal y experimentar una forma de placer bizarro por ello, etc.
Se debe acudir a valoración psicológica y psiquiátrica, no dejar este tipo de situaciones para después, es fundamental darle la importancia correspondiente, sólo así es factible dar un diagnóstico a tiempo y un tratamiento correlacionado entre farmacología y psicoterapia, esta última debe de involucrar al paciente y al sistema familiar para dar pauta a las acciones que son apropiadas para ayudar de manera sensata a la persona que sufre el padecimiento.
Existen tratamientos correlacionados en la actualidad, tales como el manejo de farmacología y psicoterapia, mismos que promueven la reestructuración de factores problemáticos que están inmersos en la vida cotidiana de estos pacientes, en conjunto con el factor familiar. Los resultados suelen ser muy alentadores, siempre y cuando exista constancia y eficacia en la intervención en equipo.